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miércoles, 30 de julio de 2014

Un nudo.

En cualquier ficción, el nudo siempre procede a la introducción, excepto que nudo e introducción sean lo mismo.
En este caso el nudo se presenta tras una detallada pero aún incompleta introducción. El problema es evidente y no sabemos cómo hará el protagonista para solucionarlos. De hecho, no sabemos si podrá solucionarlos; pero existe desde el comienzo una fe tácita, un acuerdo con la ficción, que marca al protagonista (casi siempre corresponsal del bien) como triunfador al final de la trama.
Sin embargo, no sería la primera vez si el protagonista pierde, y por eso tenemos que estar preparados; la trama se desarrolla y con ella nosotros vamos entrando en el mundo que nos propone, hasta vernos irremediablemente atrapados en ese mundo hasta el final de su historia.

¿Qué sucederá esta vez? ¿Será el protagonista vencedor o perdedor? La historia es triste si el protagonista cae, y será feliz si el protagonista sale airoso.

Esta noche se presenta solitaria, no hay nadie a quien recurrir, los pasillos hacen un eco impasible de mi más ligera respiración y aún así, todo está bien.
Confucio decía que existen tres formas de ser sabio:
"Primero, por reflexión, que es la forma más noble. Segundo, por imitación, que es la forma más fácil. Tercero, por experiencia, que es la forma más amarga"
Y encuentro excelente una noche así para proceder a la más noble de las formas.

Es bueno decir que cometí innumerables errores durante mi vida que me convirtieron, tal vez, en alguien muy apegado a la reflexión. Y digo que es bueno porque si no hubiera cometido esos errores, quizás hoy carecería de ese espíritu reflexivo que me impulsa, creo yo, a ser un poco más sabio todos los días.
Lo que no es bueno, es mentirse a uno mismo con la esperanza de vivir en paz o con la consciencia limpia. El autoengaño es una de las peores cosas que un ser humano puede hacerse...
Una de las peores cosas...

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