Mas ocurría entonces el fin del mundo
los céspedes se secaban en todos lados
los océanos perdían toda su agua
el viento carecía de su normal vaho
vos te ibas llorando.
Cada flor manaba un aroma inmundo
los cielos se extendían, como volados
vórtice llameante, que el infierno fragua
demonios crueles, fogosos, ruines, alados
vos en otros brazos.
El monje más pacífico vio, iracundo
sus templos sagrados , por bestias escalados
todos lados, desde Tokio hasta Managua
los santos y puros del mundo, empalados
vos, y tu sonrisa lejos de mi casa.
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