me dejan de nuevo en tu portal.
Observándote, observándome, desde las sombras indómitas.
Recordando aventuras y desencuentros,
placeres y desengaños.
A menudo pienso en mis pecados,
por los que nunca pagué,
salvo por tu silencio.
Aunque los hados del tiempo,
hayan borrado del futuro
la receta de nuestro ensalmo,
diré tu nombre a la tierra
cuando necesite recordar.
Entonces cuando pierda el rumbo,
diré tu nombre.
Cuando ya no sepa quién, ni como soy,
diré tu nombre.
Como un conjuro o invocación,
cuando olvide que es el amor,
diré tu nombre.
Y entre los recuerdos, risas y desencantos,
volverá la ciencia de lo perdido,
el arcano del espíritu y el fuego,
que nació al tomarnos la mano.