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domingo, 24 de enero de 2016

Sé que esta tormenta pasará

Sé que esta tormenta pasará,
que mañana un tiempo mejor hará.
Escucho la voz de mi esperanza,
gritándome por encima de los truenos,
esgrimiendo un ideal como lanza,
como una cruzada de motivos buenos.
Pero grandes nubes se aproximan veloces,
sin detenerse, destinadas y decididas,
observando desde lo alto las vidas,
con las que han de generar roces.

Pero sé que mañana estará mejor,
tapo mis ojos y veo el color,
de un día de sol, flores y calor.
La tormenta se acerca, mi alma llora:
tiene miedo, a la suerte implora.
No obstante la tormenta no tuerce el paso,
y abriendo por fin los ojos, por si acaso,
muero en la gracia de ver las nubes,
ahogado por la justicia de las urbes,
golpeado por la lluvia de las nubes.

Pasa la tormenta y el sol reaparece,
aún retengo cada trueno en mis tímpanos,
cada gota en mi piel.

Pero la tormenta ha pasado,
y mi esperanza aún grita,
como corcel desbocado.
Mi esperanza grita,
perdida en la nieve,
o paseando entre las nubes, mientras adentro llueve.

sábado, 16 de enero de 2016

Vísperas del Mono de Fuego.

Lentamente la materialidad y la vacuidad del mundo se impregna en la piel como el humo de un incendio, nos tapa, nos ahoga, sesga nuestra visión y es óbice de la fluidez del río de nuestros pensamientos. Asimismo, esa cara monótona nos llama y respondemos fieles, elegimos enamorados el camino de la dejadez y la obtura de nuestras posibilidades, refugiándonos en la casa común donde todo es más sencillo, ese hogar que llamamos mediocridad.

Imploro que el fuego del primate sea cebador de nuestro espíritu, que sean nuestras almas pabilo para la llama que abrasa los tiempos abúlicos.