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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Orandum est

Acercándonos, indeteniblemente, al colofón de una medida del tiempo y por la cual regimos nuestra vida y nuestro oráculo. 
No hay mucho que decir, ni mucho que pensar. De hecho lo mejor es dejar de decir y dejar de pensar. Nadie cuenta las gotas de la lluvia, ni se nos exige conocer por qué el mundo es mundo. Podemos aplicar lo mismo para nuestras existencias.
Sólo agradezco haber estado, agradezco haber libado el néctar y la lejía. Agradezco que su nombre no haga temblar más mis cimientos y que mis piernas ya no se hundan en el fango de sus palabras. Agradezco la simpleza automática de despertar en un día diferente. Agradezco no sentirme derrotado aún sin fuerzas ni otro poder, mas que el de sentirme agradecido.  
Agradezco que en el cielo haya sol y nubes atestiguando y dando asiento a mi cansancio e ilusiones.