Una dama se apersonó en la velada
elegante, tierna, sofisticada, helada
y como buen caballero yo,
invité a esa dama tan celada
Respondióme al instante: "¿Me habla usted a mí?
¿No lo encuentra muy atrevido, mon ami? "
y con como buen cabellero yo,
respondí al instante "casémonos aquí"
Era de esperarse que ante tal encanto
no lo hubiese curado el espanto
pues no había juglar, ni ministril que con su canto
armonizase la tan atropellada velada
La dama que se apersonó en la velada,
elegante, tierna, sofisticada y helada
no reconoció a un buen caballero como yo
que rápidamente, al oficial con su patrulla oyó
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