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miércoles, 3 de septiembre de 2014

La tensión avanza

Sin que uno se lo espere, un día la violencia comienza a entrar en la vida de cualquiera.
Primero es pequeña, se manifiesta en diminutos suspiros que irrumpen sin premeditación. Y al final, cuando se hace lo imposible por contener esa gran ola de furia que crece en nosotros, es ahí, cuando sabemos que la violencia contaminó nuestras vidas.

No debería entenderse a la violencia como el ataque físico de un ser humano a otro. Eso es sólo una parte. Las verdadera ferocidad comienza por abrirse paso en nosotros mismos, rompiendo nuestras barreras para salir disparado al exterior en forma de palabra o acción.

Comprendo menester, en este caso, realizar una purificación en la mente. Si la violencia no se extirpa a tiempo, explotará de formas peores conforme más fuertemente se contenga.

Sólo cuando notemos el veneno que nos proporciona el orgullo, dejaremos ir las ofensas, la vergüenza, y por consiguiente, la violencia.

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