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miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Un guía?

¿Qué se hace en tiempo de dudas?

¿A quién se recurre cuando no hay nadie a quien recurrir?

¿De qué se sostiene el desesperado que, atrapado en la corriente del río, anhela profundamente una salvación milagrosa?

¿Cuál es el camino?

Ahora que el velo ha sido corrido nuevamente, las cosas han retomado su rumbo habitual.
Ya no vuelan esperanzadoras palomas por mi ventanal.

Pero así cómo el tiempo nos persigue, incansable, hasta después de nuestra muerte. Las situaciones de la vida no pueden ser reemplazadas por una simple eventualidad.

Luchar se ha vuelto inútil, no quedan brazos para levantar. Y ahora, carente, despojado, arrojarse al viento y rodar por las corrientes se gusta una alternativa muy tentadora.

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