Sin embargo, no fue la realidad lo que percibí en aquel entonces, sino tan solo los delirios de una mente que adolece conforme a los mandatos biológicos (und psicológicos), sociales y culturales que esta edad propicia enormemente. Tal vez un mero impulso, desprovisto de toda planificación o estrategia, cobrase vigor entre las ideas y se lanzase, procaz proyectil propulsado y propiamente propicio, hacia el objetivo del anhelo de la mente que adolece.
Ese impulso imparable que desafía todo raciocinio frío y calculador, es el resultado de un estallido, de una unión paulatina de deseos y sueños que fraguan entre sí una energía en forma de impulso. Va creciendo, lentamente (y otras veces tan rápido que no dan tiempo ni a respirar), y se lanza embravecido.
Como dije, creía que estábamos iniciando un proceso de fusión, de unión entre nosotros y nuestros espíritus. Y al equivocarme, como creo haber referido antes, decidí entonces volverme un poco atrás. Recuperar los orígenes, pensar de nuevo, encarar proyectos que tal vez podrían revivir el deseo de volver a querer unir mi espíritu.
Te espero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario