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martes, 19 de agosto de 2014

Aves volando - Epílogo de Hikari 光

Hoy se ha marchado Hikari.

Tras 7 días y noches de hambre y vigilia, el ave mayor ha emprendido un vuelo con rumbo desconocido hacia una suerte que jamás conoceré.
Es inútil esperar su regreso o buscarla, lo que se fue, se fue para siempre. Y no hay fuerza que pueda ostentar yo capaz de hacerla volver.

Recuperándome, tal vez, de la abstracción y el desenfreno, logro entender el efecto que la susodicha ave hacía lucir en su bosque nativo, aquí donde me encuentro ahora.
Por alguna razón absolutamente científica, su presencia hacía que los árboles fuesen más frondosos, magníficos. Las flores exhibían lozanos colores más brillantes y armónicos, cabe destacar también la fragancia más concentrada que emanaban dichas flores.

Cuando Hikari se fue, todo se volvió gris y opaco.

Puedo agradecer, en cierto aspecto, que su escape me haga partir. Estos bosques ya no me parecen hermosos, ahora cada arbusto es una osamenta verde mientras que cada espina es un filo dispuesto a herir. Cuando Hikari abandonó los bosques, éste se volvió agresivo y poco hospitalario. El aire se volvió pesado e irrespirable, mis pulmones se contraían y de mis ojos no paraban de salir lágrimas.
Como dije, todo por alguna razón absolutamente científica y comprobable por investigadores más cualificados que yo.

No alcanzo a comprender, apelando sensatamente al sentido común, cuan intensa era aquella energía que disparaba el ave. Recuerdo que solía sentarme en los verdes pastos a observarla, quietamente, y reflexionar sobre la belleza del mundo. Ahora, sentarme en estos irregulares tallos secos sólo me provoca picazón y terribles sarpullidos.

De alguna forma, Hikari era la luz que brindaba color a las cosas.
Si comprendemos la variación del color como producto de la percepción visual de la longitud de ondas, entonces es claramente posible afirmar que Hikari era una especie de luz para dotar de color a las cosas, y en su ausencia, hacer que todo se vea blanco, negro o gris.

Destacaba anteriormente como la misma naturaleza que antaño hermosa me rodeaba, ahora semejaba más cercanamente con un cruel calvario o purgatorio. Los mismos árboles parecieran rebelarse contra mí y atar sus ramas a mi cuello, privándome de sana respiración, forzando a mi corazón a aumentar su presión sanguínea y provocarme toda clase de espasmos corporales.

En cuanto a los rasgos principales del ave, se encuentra uno notablemente sorprendido ....
(El texto aparece dañado al final de esta sección a causa de una solución acuosa de glucosa, potasio y sodio que fue volcada sobre el texto ocasionando que la tinta se corriese. Es el último escrito encontrado, y aparente final, de la saga "Hikari" 2011-2014)

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