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domingo, 27 de octubre de 2019

Plan de viaje

Un día, movido por el intenso fervor del progreso, decidí dar fin a ese ostracismo taciturno y bello del que versaba mi vida.
Como a todos los de mi especie, se me ha dicho que era lo mejor forjar vínculos más estrechos con nuestro entorno, que salir, que hacerse de amistades, que pareja, que etcéteras.
Entonces, ese día nombrado, me lancé a la aventura de la evolución, la profunda metamorfosis de silencios por palabras, de frías noches de meditación por cálidas veladas de risas, bullicio, o un abrazo oportuno.
Hoy, tras haber jugado todas mis cartas, comienzo a pensar que la evolución no fue tal.
He conocido la fobia y la ruina, abracé la desesperanza y la agonía lenta y presagiante, también la he visto lacerar mis tejidos y lastimar mi alma.
Dejé penetrar en mis santuarios internos a profanos que han mancillado los iconos, han sido manos de Eris y fuego de Marte en los sagrados espacios.
No aceptaré que me hablen de crisálidas y el dolor por alcanzar algo mejor.
Pero tampoco hablaré yo de arrepentimientos y anhelos del pasado.
Observaré mi reflejo y volveré a enamorarme de él, quizás la vida de los vínculos no sea para todos, quizás debería seguir intentando, lo único cierto, es que no está mal, de vez en cuando, volver a las raíces.
Tal como el árbol lo hace en estaciones adversas.

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