para que escurran los alcaloides.
Ponelos en tus párpados y labios,
recitá los párrafos, abrí los brazos,
que mariden tu grito y el viento
la luz y los glifos en tus manos.
Se haga canción tu lamento
y silencio tu llanto.
Que el espíritu abandone tus fibras,
y reciban los avatares de la lluvia,
del cielo y la tierra, el sol y la luna.
Permití al fuego asar tus carnes,
convertite en aroma y crepitar,
en añoranza y relatos.
Observá las estrellas, y hacete humo,
para viajar hasta ellas.
Dormirás en las constelaciones
y abrazarás los cosmos.
Serás centinela en las alturas,
con los ancestros y leyendas.
Saludarás al tiempo,
y lo llamarás hermano.
Y por sobre todas las cosas,
nunca vas a regresar.
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