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miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Era esto lo que querías? [Narración con realismo mágico]

Recuerdo cuando en aquellos años del apogeo de mi soledad de adolescente, divagaba en sueños y fantasías sobrevoladas, la realidad a mi entorno no era más que un óleo gris y repetitivo sin objeto, pero dentro de mi mente, las más coloridas y elaboradas ideas corrían de un lado a otro, o se desplazaban de punta a punta como una grácil caricia mental.
¡Ah! Si bien no conocía muy bien el amor, en mi mente yo era un gran amante y un labrado hombre de las noches, entre mis fantasías -que de tan grandes, a veces se confundían con la realidad- yo veía una mujer e inmediatamente ella caía ante mis encantos, lo que claro está, no sucedía en el mundo concreto.
El eje, entonces, de mi relato, se centra en un cálido día de Abril. Por aquel entonces, decían que ese Abril era tan propenso para el amor que el índice de nacimientos había aumentado un ciento-cincuenta por ciento ese mes, y los registros civiles se abarrotaron de parejas en espera de dar el ansiado "sí" mirándose el uno al otro fijo a los ojos. Y en esas fechas, pasaba yo mis solitarios días de adolescente.
Sin embargo, como por la fortuna de esa que suele aparecer y desaparecer en un acto, una hermosa chica comenzó a mirarme extraño en clases, sentía su vista clavada en mí todo el tiempo de tal forma que al llegar a casa, debía ocultar las marcas que me dejaba en el rostro ese punzante desafío de ojos.
Transcurrieron los días con celeridad y cierta mañana de clases, nota de papel mediante, me invitó a salir con ella.
Ante tal estímulo del mundo real, no supe que hacer sino sonreír.
Llegó el día tan esperado, siendo la última semana de Abril -más exactamente, el último día- me dispuse a arreglarme, comenzando por mis mejores zapatillas, mi pantalón más canchero y una camisa que era, en ese entonces, mi única prenda que estaba relativamente a la moda en esos días. Cerré la puerta de mi casa detrás mío una vez me coloqué estratégicamente mi mejor perfume.
El día no podía estar mejor, el cielo azul, despejado de toda inclemencia, dejaba relucir su brillante faro solar que con su luz hacía refulgir el negro de mis pupilas, y tras unas cuadras de caminata, al fin la ví, a esa hermosa chica.
Debí suponerlo, pensé.
Estaba con su mejor amiga.
....y todos sus demás amigos....

Hasta el día de hoy, en mi mente, sólo escucho esas carcajadas tan hilarantes que hubiesen levantado a un muerto, mas, cuando mis lágrimas se hicieron presentes, sentí el más amargo de los sabores recorriendo mis ojos y penetrando mis entrañas con un filo que marcó mis días a fuego.
Quizás la razón de una gran mente para fantasear sea una respuesta de autodefensa natural, a veces no todos estamos preparados para recibir al mundo tal como es, con sus mágicos realismos, y sus realismos tan reales.

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