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martes, 23 de julio de 2013

Lizette y Luxcet

¿Y quien sos para hablar de perdón?
¿Qué fuerza ostentan tus manos para obligarme a subyugar mi espíritu?
He sido quien he querido ser, he obrado como he creído justo, lamento si eso contradice con tu moral y vuestras leyes mortales, pues a mí me guía mi propia voluntad. ¡No podes derrotar con palos y piedras lo que hace años se forjó!
Hablan de odios antiguos, como un escudo para la dogma de tus propios pecados, sólo caerás, y no estaré allí para ti cuando tu propio desprecio te consuma, puesto que vos me expulsaste de tu ser, y yo no volveré a vos con las manos atadas. Muerto, antes que reclinado.

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