esa es la moraleja de la crisálida.
El esfuerzo, disciplina y extremo calor,
borraran las palabras válidas.
Volaré con felicidad completa,
seré libre con mi alma repleta,
y tu nombre será el recuerdo
de que en vida gano y pierdo.
He desangrado tu memoria,
reduciendo alma y cuerpo a escoria.
Morí cien veces al cerrar tu puerta,
y mi alma vivió, cien veces muerta.
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