Regueros de vida, campos de plata.
Una medida, y de a poco te mata,
presa mi consciencia de los errores,
que me entregaron, vencido, a los horrores.
Ingrávido un pensamiento en el vacío,
una galaxia, una estrella y tu nombre.
La infinidad, el delirio de rosa y rocío,
por último la carga y el paso de hombre.
Proverbial tu voz en mis oídos,
como solemnes tus sueños encerrados.
Una búsqueda que termina en punto,
amusicalmente un redoble, en oídos encerados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario