Por supuesto, es tarde para sorprenderme (siempre ha sido así), pero puntual para alegrarme de saber que existo como una hoja al pie de tu árbol, como una gota en caída libre desde tu inmensa nube.
De esa manera, algunos estamos hechos para pasar. Pero quizás algo de mí permanezca en las palabras con las que me expulsaste allí donde tus sentidos no llegan a encontrarme, pero tu memoria no pueda hacer más que intentar vislumbrar lo que se teje tras los bastidores en el panteón del pasado.
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