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martes, 13 de enero de 2015

Trámites

Los relojes brillan por doquier,
horas como truenos,
segundos como alfiler.

Veo a un blanco y bravo viejo
hacerse joven,
veo un reloj en el espejo.

Giros y cambios visten a la confusión,
veo manchas de sangre en el piso,
rosas rojas crecen en alusión.

No soy aquel, pienso, ni soy el que viene
soy el bufón que lo entretiene.
El reloj del espejo está partido,
nadie escucha mi alarido.
¿Están sordos, soy mudo?
Es de mi historia el nudo.

El reloj se resquebraja, el segundero se cayó
perdido entre la sangre del piso
no llegó a tiempo quien lo halló.

Caen las últimas gotas,
el piso se pone sus botas.
El reloj se va parando,
el reloj se va marchando.
El tiempo sigue, consigue
caminar después, a través,
de los corazones rotos.



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