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domingo, 4 de enero de 2015

No hay forma de excomulgar el pecado,
todos sonreímos a la diosa de las máscaras.
Nos hace bien, aplaudamos la blasfemia.

El abrazo del alma muerta que nos comunica ilusoriamente con el mundo de Platón.
Vanamente sonreímos con los ojos cerrados, 
tememos abrirlos y encontrarnos con la cara de nuestra existencia.

Se ha tocado la última trompeta el milenio pasado,
pero esperamos la próxima gira,
del concierto de ángeles apocalípticos. 

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