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miércoles, 1 de junio de 2016

Soliur

La gente llega a este lugar,
pero de pronto, la noche.
Todos, al verla llegar,
se marchan sin reproche.

Sus manos son como fuego, 
queman y abrasan al tocar, 
una caricia, un simple juego,
sólo puede lastimar.

Habita un monstruo en este mundo,
cuyo cuerpo está hecho para herir,
tal vez por eso vive, vivirá y va a morir,
en este latifundio del que es oriundo.

Garras llameantes, colmillos venenosos,
ojos de hielo y cuerpo de metal.
Movimientos nobles y pasos rencorosos,
virtud, envidia y labia letal.

Su mente canta al amor,
pero sus dedos crean hedor.
Sus ojos lloran conmovidos,
pero sus manos causan heridos.
Sus voces alaban el arte,
pero todo aquel que llega, parte.

La bestia, el monstruo encadenado. 
Su destino fue señalado.
Más la resistencia frente a lo condenado,
lo motiva...
 y lo deja acabado.

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