Corté mis raíces, me alejé de mis bases, el viento me returce y zarandea sin esfuerzo.
Mis lágrimas irrigan el suelo que me encuentra perdido, se acumulan los colores opacos que tapan el horizonte.
Puede una idea germinar en la tierra más estéril, pero no puedo subirme a su árbol. La tierra me traga, y esa cripta virtual me abraza con la comodidad de un lecho, ocultando su virtud de prisión.
El fuego no quema, me acaricia con sus suaves dedos y retrocede al instante, mi piel es fría.
Terminé la batalla, pero mi cuerpo se quedó atrás. No recuerda ni proyecta. Vive para vivir.
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