y nuestra piel en llamas,
sabré que seremos luz antes que cenizas.
Cuando las mentiras venden nuestros ojos,
y nuestra vista nos engañe,
veré hacia adentro y el camino se revelará.
Cuando los estentóreos chirridos no me dejen oír,
y exploten mis oídos en silencio,
me deleitaré con las melodías del silencio.
Callaré con brazos de plata a esos demonios,
que se esconden tras las esquinas, y detrás de vos.
Les pondré la soga en el cuello y contaré hasta tres,
cerraré entonces los ojos, oídos y piel.
Seguiré el sendero que marca el mapa del espejo.
Y entonces las sombras de mi mente,
las voces detrás de la puerta,
las risas debajo de la cama,
se habrán marchado.
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