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miércoles, 22 de julio de 2020

Hoy, como muchísimos días, he vuelto a encontrarme con las silencios hablados que han sido astrolabio de un viaje que, admito, no terminará sino con el ocaso de la consciencia terrestre.
Repaso el camino que me ha traído hasta aquí y me reconozco artífice casi único, conciente de cada vez que he sembrado lavandas, y me he frustrado del violeta. 
¿Quién fui, y quien soy? 
¿Somos dos o más entidades gobernando un único destino, una única materia corporal? (cf. Marcos 5:9)
¿Puede solo el panta rei describir mis desencuentros?
Así, nuevamente, ha transcurrido otro silencio hablado, divagante e inquisidor, suave y penetrante. 
Soy quien he construído, iré a donde mis propias manos pavimenten el camino: Será bajo el gobierno de éste u otro Juan. Será el resultado una amalgama de voluntades.
No lo querría de otra forma.


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