Repaso el camino que me ha traído hasta aquí y me reconozco artífice casi único, conciente de cada vez que he sembrado lavandas, y me he frustrado del violeta.
¿Quién fui, y quien soy?
¿Somos dos o más entidades gobernando un único destino, una única materia corporal? (cf. Marcos 5:9)
¿Puede solo el panta rei describir mis desencuentros?
Así, nuevamente, ha transcurrido otro silencio hablado, divagante e inquisidor, suave y penetrante.
Soy quien he construído, iré a donde mis propias manos pavimenten el camino: Será bajo el gobierno de éste u otro Juan. Será el resultado una amalgama de voluntades.
No lo querría de otra forma.
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