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martes, 11 de septiembre de 2018

Ha regresado. Las arenas que otrora encontraron descanso y quietud ahora vuelven a caer por el fino orificio hasta el fondo del abismo que le provee su prisión de cristal, marcando el tiempo, el tiempo que ha vuelto a correr.
Helios nos observa desde el cenit, y desde las ominosas profundidades Perséfone de ojos claros se dispone a retornar a la superficie al encuentro de su madre.
¿Cómo podemos, entonces, ignorar semejantes movimientos rasgando la obnubilación en la que quedamos sumergidos?

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