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martes, 25 de marzo de 2014

¿El acto final?

Los aires se mezclan, las nubes se disipan como enredadas en un sinfín de pensamientos panegíricos a la luz entrante del sol. Sin embargo, no puedo sino pensar, en mi mente excesivamente desconfiada, que ahora serán los rayos del sol los que me quemen.
Dios estará conmigo, lo sé, él es mi alivio y mi salvación.
Cierro los ojos y un futuro brillante me espera, la soledad será mi confidente y mi propio cuerpo será festiva carroza para mis sueños. El mundo es mío, y sólo necesito aceptarlo.
No hay nadie que necesite, sin embargo, no puedo estar sin nadie. Mas sé que en el fondo habrá mucha gente que sonreirá conmigo, y algunos que acompañarán mis tristezas. Y en caso de no haberlos, otra vez mi propia mente se convertirá en vino dulce derramado en la embriaguez de mi mente. Las barreras ya no existen, los momentos se van, el amor se disipa por el bienestar.
Cierro mi corazón, y abro los ojos.

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