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miércoles, 26 de febrero de 2014

Elyssia

Elyssia, quizás antes mejor conocida como Anna Marie du Moulin, es una mujer plácida que, en los días que toma lugar mi relato, vive encerrada en su castidad encima de las montañas más alejadas de la cordillera andina, su piel es blanca como la nieve que la rodea, y sus cabellos cortos le dan un aspecto fuerte, como marcado por el pasado.
Desde que nació, su vida se encontró inclinada a la bondad. Siendo la primogénita en el seno de una familia poderosa e influyente en sus tiempos, dedicó sus años a ayudar a todo aquel que sus ojos viesen en necesidad.
Odiaba jactarse de sus acciones, y auxiliaba advirtiendo a sus menesteres que no debían divulgar su hacer. Al llegar a sus 30 años, era conocida como el ángel de la región, su nombre era utilizado en metáforas sobre la generosidad, la belleza y la cordialidad, pero ante todo, se destacaba en sus rasgos una dulce y conmovedora sonrisa que llevaba un leve vaho de calor al corazón de quien la miraba.

Un día como cualquiera, Anna abrió la puerta de la maison du Moulin y al salir comenzó a divagar pensando en el paseo que daría y otras múltiples historias que se aventuran de forma corriente en la mente de una mujer joven. Sin embargo, no sabía -ni tenía forma de saber- que en ese paseo se encontraba su perdición.

Mientras sus pies pisaban el suave césped que adornaba el centro de los jardines du Moulin, se encontró a un extraño joven que la miraba fijamente, sus ojos eran negros como la noche y su cabello largo al viento recordaba a un salvaje equino corriendo en praderas vírgenes sin ningún control ni artificio humano que lo detuviera, Anna no notó como paulatinamente su imaginación caía en la esclavitud de no poder desprenderse ni volar muy lejos de su recuerdo cálido.
Al día siguiente, al mismo horario, se mandó como guiada por un milagro divino hacia el mismo jardín del día anterior. Y allí estaba el joven, solo que esta vez, tomó camino a él y decidió hablarle.
Fue inevitable que el amor comenzara a invadir sus venas y el ígneo recuerdo encendiese sus voluntades, pasó el tiempo y sus encuentros eran más recurrentes. Anna contaba constantemente los segundos desde que se despedían hasta su próximo encuentro, su obsesión crecía de la mano con su amor, y por un tiempo, ella creía estar en el cielo tocando con sus manos las mismas nubes y bailando con ángeles en un plano celestial y hermoso. Y quizás -quien sabe- en verdad lo hacía.
Con el tiempo Anna conoció la caricia, el fulgor de su abrazo. El frío de las despedidas y la alegría del encuentro. Sus lazos se fortificaban con el tiempo.

Pero todo cambió cuando una mañana de Abril, un viento tierno y cálido penetró la ventana de sus aposentos y Anna despertó sugestionada. Se dirigió a su ventana, desde la cual venía un gran haz de luz cálida, pero no pudo ver nada. Por lo que bajó y saliendo de su casa, descubrió una carta en su buzón dirigida hacia ella. Era de su amor y estaba manchada con sangre. La abrió desesperada, el sudor recorría su frente y la agitación había enervado sus sentidos. La carta rezaba:

"Si pudieran tus ojos claros perdonarme y no llorar por mí, me encontraré en algún futuro contigo y te explicaré lo que pasó.
Por siempre tuyo"

Las lágrimas inundaron sus ojos llenos de incertidumbre mientras reconocía la letra de su hombre, y corrió despavorida hacia el lugar donde veía que se originaba la luz y el calor que había visto y sentido.

Se trataba esa de un hogar en llamas, pero no cualquier hogar, era aquella dirección, aquella calle donde el amor de sus ojos había de vivir. Anna no comprendía lo que había sucedido.

Pasaron los años y no existió explicación que pudiese aplacar la congoja de su alma, una catarata incesante de agua helada recorría su cuerpo dándole espasmos de dolor y sentía como toda su vida se convertía en miseria y caos.
Ella escribió, alguno de esos días, estas líneas:

"Hace tiempo te has ido, escapándote de mis brazos
y hoy no reciben mis pies guía en sus pasos.
¿Qué dolor te arrastró a envolver tu cuerpo en llamas?
¿Qué angustia profunda te hizo huir de mis labios e inmolarte en tu cama?
Los cuervos vuelan en círculos sobre mi casa, pues es mi alma la que muere
Te fuiste y no hay remedio para esta enfermedad, no hay venda para esta herida.

Serán mis lágrimas el dulce riego de las flores que adornan tu féretro
Será mi sangre el tinte escarlata que tiña mis días de pesar
Esperaré, absurda, el momento en que llegue mi hora para poder acompañarte
..cuanta desdicha has dejado en mi corazón.

Quisiera ser tan valiente como tu lo fuiste para brindarme la muerte a mi misma,
Quisiera tener alas de ángel para volar hacia el cielo y abrazarte
Quisiera pedirle a Dios una nueva oportunidad para vernos, sólo una
Quisiera que Dios no fuese tan riguroso con sus tiempos y sus caminos
¿Por qué te quitó de mi lado?

Cuando el viento se aventure a soplar
Cuando la noche se pinte de estrellas
Y el mar se alumbre con el alba
Quiero oír tu nombre, quiero oírte hablar.

Hazlo por lo que pasamos,
hazlo por lo que pudo ser
hazlo por mí.

Elyssia"

Poco se supo de Anna Marie du Moulin después de ese tiempo, su otrora impecable maison du Moulin se convirtió en una ruina. Algunos dicen que huyó a las montañas, y tenían razón. Otros dicen que murió en algún río recordando a su amante... Y también tenían razón, Anna murió aquel día, ahora es una persona que el dolor transformó en frío, ahora en su cuerpo vive Elyssia. Una mujer, que solo vive para olvidar.

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