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sábado, 21 de septiembre de 2019

Elegía. Parte segunda

Lloro por la ruina de las viejas lozanías,
escarmento hondamente a cada paso y segundo.
El campo antiguamente coronado con rosas,
rojas y sugerentes, apasionadas y altivas,
ha tornado a blancos lirios de muerte y luto.
Celebro bodas de sangre donde canté al amor.
Y no hay donde escapar, pues cada rostro es el suyo,
cada sonido es su voz,
cada pequeña alegría aplaude en mi silencio,
lamentando no ser compartida.
Incluso en la soledad de mi meditación,
su aroma se antoja en alucinaciones,
y los bordes de su talle parecen correr en mis manos.
Temo que mis sentidos se han vuelto en mi contra,
que mi razón ha perdido su diadema de gobierno,
y no soy más que un bote sin remos
que navega perdido en el océano de su recuerdo.



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