Pido clemencia por los días que vendrán, pido un atisbo de dulzura en el humeante pozo de la desesperación.
No imploro al cielo, sino a la tierra. Le pido que nazca el amor como se abre una flor, como nace un niño o como nacen los recuerdos.
Pido la estoicicidad de un árbol, la sabiduría de las hojas al sol. Pido la alegría de las aves que cantan a la vida.
Quiero ser pan de los gusanos tras el último suspiro que exhale. Quiero ser sangre y barro mientras camine.
Quiero, tal vez, ser humano.
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