¿Cómo puede dejar de percibirse?
Vivimos en una sociedad decadente en la que las luces de colores dispersan nuestra atención, hacia la banalidad, donde nos ahogamos días y noches buscando un poco de aquello, que nos contaron se llama felicidad.
Creemos falsamente estar una tarde completa hablando con alguien a través de un aparato. Creemos falsamente que una multitud marcando un "me gusta" en lo que decimos o mostramos construirá nuestra reputación y nuestra autoestima.
La senil capa que cubre nuestro mundo nos hace creer que Whatsapp es un reemplazo idóneo para no tener que vernos las caras todos los días y comunicarnos igual, nos hace creer que podemos transferir sentimientos, emociones o cuidados a través de una pantalla cifrada en sistema binómico o una aplicación que bajamos de Play Store. Nos confunde hasta el punto de creer que internet acorta las distancias cuando sólo las aumenta más y más.
Una de las cosas más tristes de todo esto es que sentimos tener personalidad, plasmada en nuestra foto de perfil y demás imágenes que mostremos junto a nuestro nombre, que poco a poco, se convierte en vil plástico junto a todo lo demás que nos hace personas.
Dejamos de leer, de preocuparnos por estudiar o conversar con quien tenemos cerca porque un ruido incesante nos recuerda que alguien, en algún lugar, pensó en nosotros aunque sea el minuto y medio que le llevó escribir un mensaje en una pantallita para enviarlo, y nosotros, inmundas ovejas, nos vemos obligados a correspondérselo para que no nos coma la culpa de ignorar a alguien que según dice nos quiere y puede darnos la odiosa felicidad de plástico que nos da un te quiero escrito en fuente arial número 11.
De esa forma, perdemos nuestro tiempo, aplazamos nuestra vida y los sueños que alcanzamos con el estudio algunas horas, para seguir haciendo girar esta rueda viciosa que se extiende día a día contaminando a gente de todas las edades.
Es hora de comenzar a cambiar, aunque sea por nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario