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sábado, 19 de octubre de 2013

Y así me iré

Un día cualquiera, corriente y sin mucho ruido, partiré de este mundo hacia el descanso eterno.
Y así me iré, sin porras ni llanto, sin lágrimas ni dolor.
Me iré y sólo dejaré atrás un par de escritos dispersados por mi habitación
Me iré y en los corazones de todos a quienes conozco no faltará un fragmento, pues a nadie pertenezco tanto.
Me iré y será como una función que toca su última nota, un violín que triste deja de sonar y se prepara para abandonar el escenario sin reverencia, sin ninguna salutación final.
Una juventud que cuan rosa es cortada y convertida en un número que sólo crece.
A veces creo que mi razón para venir al mundo fue rescatar aquellas almas perdidas que no tenían de donde aferrarse una vez asaltadas por el dolor, fui para muchos ese pilar del que asirse cuando consideraban que todo se había perdido. Y sólo cuando las heridas dejasen de doler o fuesen sanadas, liberarse y con un magistral vuelo emprender la retirada de este pilar, que desvencijado y sin energía, sirvió para ayudar.

Existe en la felicidad, un componente traicionero, aquel que jamás perdona, y logra el equilibrio entre la tristeza y la felicidad que cualquier persona merece y necesita.
Cuando alguien sonríe, y es feliz, cierra los ojos. Baja la guardia y esa seguridad es la indicada para ser feliz.
Cuando alguien se ve invadido por los malos pensamintos y el dolor, abre los ojos y más ve.
Y yo, mi querido/a lector/a, sólo soy perceptible por alguien con los ojos bien abiertos. Una vez más, todo se reduce a cenizas, como un constante recordatorio de que no debo apegarme con quien se me acerca, pues sólo se trata de alguien cuyas alas estan rotas o dañadas, y al recuperarlas, volará otra vez..

Sólo me gustaría expresar...

Recordarles a todos ellos...

Que este pilar....


TIENE CORAZÓN.

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